Ensayo, Yo

La alquimia seductora de la fotografía

La calma intrigante, la alquimia seductora de esa dama misteriosa y multifacética llamada fotografía, exige tiempo y descubre paciencia, cual fémina exigente, en quien decide dejarse enamorar por ella. No hay mejor remedio para la vida agitada que desea todo de prisa, que aprender a apreciar el ritual que la envuelve.

Inicia el romance al enseñar a ver con otros ojos, a observar ingenuo y asombrado cual niño, con profunda libertad. Provoca poseer momentos, sensaciones, sentimientos. Uno intenta guardar entonces mentalmente los diálogos y universos visuales que dóciles se dejaron capturar, para parsimoniosa y pacientemente avanzar de su mano en cada etapa –que para el que la ama de verdad, nunca puede volverse mecánica ni trivial– en que los sentidos deben exaltarse… aprendiendo a tocar en la obscuridad y a percibir sus olores, hasta el momento extático en que entre el líquido emergen mágicamente las formas, los tonos, las sombras, las texturas. Yacen entonces éstos al lado del reto que significa la subjetividad de la interpretación, tratando de alcanzar esa sensación de transcendencia que da el poder de crear, al dejar emerger eso que mueve al alma.

Una amante celosa, que como ninguna, cambia expectativas, abre perspectivas y se deja amar y vivir por y para ella.

El mundo a través de mi lente: Arena Maya – Liz Martínez

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Yo

Buenas noches

Qué difícil resulta en el ritmo de vida normal de nuestra sociedad tener tiempo para descansar lo suficiente. El exceso de trabajo, las preocupaciones, la televisión, los efectos de la cafeína, los problemas de salud, van quitando minutos y horas a un descanso reparador.
Lamentablemente en nuestro país es sinónimo de productividad el trabajar horas extras y muchas personas sacrifican horas de descanso por obtener una paga mayor, cuando en otras culturas es conocido que quien trabaja más allá de su horario normal contrariamente no es más productivo, sino que no es capaz de terminar su trabajo en tiempo.
Muchos estudios han comprobado que la falta de sueño es causa del envejecimiento prematuro, del exceso de peso, de accidentes de diversos tipos e inclusive, de males como la hipertensión y la diabetes.

No todos tenemos la misma necesidad de sueño y tan malo es dormir menos horas que las necesarias, como dormir de más, deseando recuperar las horas perdidas en fin de semana. El cuerpo resiente ambas acciones.

Hay investigadores que aseguran que un programa especializado de sueño puede aumentar considerablemente la calidad de vida, comenzando por hacer sentir bien y consecuentemente, incrementando la energía, mejorando las relaciones personales y la salud en general. Tal importancia tiene el dormir, que es conocido que la interrupción del sueño es utilizada como tortura, pues sus consecuencias son tan terribles que pueden causar alucinaciones y un estado físico y mental terrible.
El libro «Buenas noches» de Michael Breus, es una buena opción para quienes se han concientizado en que la falta de sueño ha modificado su vida, provocando arrugas y ojeras, malhumor, falta de productividad en el trabajo, conflictos personales y de pareja y un malestar general que conlleva a considerar como costumbre normal el consumo de café y otros estimulantes para conservar la energía y sin embargo, aún así, vivir el día a día permanentemente cansado.

 

Breus, experto en medicina del sueño, desarrolló una serie de programas personales para optimizar la calidad de sueño, que incluyen desde el cálculo de la cantidad de horas que requiere cada persona para dormir, hasta una bitácora de sueño y un diario personal de preocupaciones. Comenzando lentamente por el cambio paulatino de hábitos y adecuación de la habitación, Breus considera también trastornos más delicados como la apnea o suspensión de la respiración durante el sueño, causada entre otros motivos, por obtrucciones en las vías respiratorias.

Es increíble cómo los pequeños cambios que propone el autor pueden mejorar significativa y rápidamente la vida… La piel, la mente, el cuerpo en general (y a decir de Breus, la pareja también) agradecen esa consideración. El autor afirma alegremente que estas mejorías han llegado a evitar muchos divorcios.
Después de todo, por algo necesitamos dormir y hay pocas cosas más ricas que despertar una mañana con esa sensación de haber descansado bien. Es complicado cambiar la dinámica del trabajo y el ritmo de vida «normal» en nuestro país, así que ¿porqué negarse a tener esa sensación más frecuentemente si con constancia y conciencia puede hacerse un hábito?
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Alzheimer

Una mente sin recuerdos no tiene nada de resplandeciente. Que eso lo diga quien está involucrado de alguna manera con el terrible deterioro que provoca el Alzheimer.

La memoria a corto plazo parece renunciar a su trabajo. Y el que padece la enfermedad puede recordar lo que hizo veinte años atrás, pero no tiene manera de saber si ha desayunado o no.

La imposibilidad de regenerar a las neuronas, que una vez decididas a no funcionar más no dan marcha atrás, evita que este mal avance sin freno, dejando a la persona vacía, en una angustia provocada por la incapacidad de recordarse hasta a sí misma.

Tantos miles de dólares se malgastan en tonteras, cuando necesidades como la cura de padecimientos como éste deberían ser prioridad.

A menos que ejercitemos nuestras neuronas de forma habitual, así como hacen algunos con el cuerpo, muchos de nosotros estarán (¿estaremos?) condenados a perder al final de la vida aquello que es lo único que termina haciendo vivir, los recuerdos.

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Bipolaridad, agridulces emociones

El tan estigmatizado, desconocido, temido y mal entendido trastorno bipolar… antes conocido como psicosis maniaco-depresiva.

¿Quién más que un bipolar conoce y comprende su universo? Muchos han expresado en letras, en pinceladas, en notas, en risas y lágrimas, eso que se experimenta al comportarse el cerebro de una manera inusual y por demás, inesperada.

La causa: un desequilibrio químico, que no permite mantener firme esa delgada línea que divide la tristeza de depresión profunda y alegría de euforia desmedida.

Confundido con rebeldía o con el efecto de estimulantes, el único estimulante real que lo motiva, es la falta del balance normal de neurotransmisores, sustancias químicas en el cerebro.

Se dice que entre el 2 y 7% de la población mundial lo padece, la realidad es que en muchos casos, se desconoce que la inestabilidad anímica tiene este origen, debido a su difícil diagnóstico.

Tan tratable médicamente como la diabetes, que permite una vida completamente normal, su más lamentable inconveniente es el desconocimiento.

Temido como todo lo que no se conoce, envuelto en el misteriosísimo y aún no bien explorado universo del cerebro, estigmatizado como consecuencia.

Emocionalmente, los bipolares se ven sumergidos en una realidad incomprendida, que no encaja en la sociedad, que rompe reglas propias y ajenas, que arriesga bolsillos y amistades, que resquebraja relaciones laborales y familiares. Que lo mismo trae sonrisas de complicidad por la ingenuidad y genialidad de los pensamientos, aún en momentos preocupantes.

El bipolar tiene un lenguaje propio, único, individual, que sólo él comprende, una telaraña de pensamientos que corren a velocidades desconocidas y a nadie más permiten seguir el ritmo, de ahí la incomprensión en la hilaridad de las ideas. Las redes de neuronas parecen mezclarse infinitamente, asociando pensamientos y conceptos con posibilidades increíbles.

Conocido y hasta envidiado en el verdadero medio artístico, ha provocado estudios que rumoran, que un gran porcentaje de escritores, músicos, pintores, de antaño y actuales, premiados y altamente reconocidos, deben su genialidad a este padecimiento.

Personajes tan únicos como: Honore de Balzac, Ernest Hemingway, Charles Dickens, Emily Dickinson, Maria Shelley, Charles Baudelaire, Leon Tolstoi, Virginia Woolf, Lord Byron, Hermann Hesse, Peter Tchaikovsky, George Frederic Handel, Robert Schumann, Victor Hugo, Edgar Allan Poe, Vincent van Gogh, Michelangelo Buonarroti… y más recientes en la conciencia colectiva: Kurt Cobain, Peter Gabriel, Axl Rose, Francis Ford Coppola, Robin Williams, entre muchos otros, que aún no asoman su diagnóstico a las masas, fueron y son bipolares.

Algunos de ellos agradecían incluso a ello, su espíritu genial e inspiración, considerando que el estado que alcanzaban, era tan inigualable y estimulante, que se rehusaban a salir de él.

Otros, finalmente se perdieron en ese laberinto agridulce, que los hizo vivir más intensamente que a muchos en este mundo.

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