Fui una tarde de otoño
sin viento ni hojas secas
de gente cansada sin sueño
con cielo apagado y sombras eternas
de días largos sin sentido
de calles desiertas, sin atardeceres violetas
Ahora soy una mañana de primavera
de brisa ligera y cielo celeste
con árboles de jacarandas que se mecen inquietas
en días largos y tranquilos
de lunas menos tímidas que no adormilan
a mis sombras que aparecen y desaparecen
y juegan como niños sin edad y sueños sin tiempo