Yo

Busco honestidad

… no porque ande perdida, no porque no la haya conocido.
La busco incansablemente porque la mentira la usa como disfraz, con máscaras de inocencia y dulzura. Porque el engaño la imita con palabras amables y ternura. Porque es tímida y se esconde en los corazones que lo único que buscan es el bien y la verdad.

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Ensayo, Mi desvarío

¿Qué nos está pasando?

Empecemos por el final. El peor mal es la indiferencia.Aunque me he propuesto no quejarme, no puedo dejar de hacerlo.Me sorprende, me procupa y me intimida ver, saber que ese algo que nos está pasando es la costumbre de la indiferencia. De nada sirve dar la espalda y pretender que el día a día sigue. Y no es paranoia, es que perdimos la dimensión de las cosas.

Me inquieta ver cómo el padre de la mujer que murió protegiendo a su bebé en la noche del lunes diga que así son las cosas, que hay que seguir adelante y que qué le vamos a hacer pues «eso no nos toca a nosotros». Y yo me pregunto, ¿a quién le toca? levantar la voz, reclamar, exigir, quejarse ante tal bajeza, preocuparse, ¿maldecir? ¿decir basta? ¿hacer algo?¿a quién le toca? A quienes con toda la frialdad mienten diciendo que aquí no pasa ni pasará nada. A quienes dejan horas, días, semanas viendo la vida pasar, empollando indiferencia, conformismo.

Cuando los de afuera miran con expectativa lo que sucederá con México. Ya no se sabe de cuál frente irá peor, economía, seguridad, política, educación y la cadena sigue. Cuando vivimos en la esferita de cristal rosa dentro de la que los héroes nacionales existen de 9 a 10 de la noche, llevan máscara, tacos o tacones y por un momento anestesian la realidad.

Y sin embargo aún con los ojos abiertos, no termino de ver qué queda. ¿Quejas? ¿denucias? ¿marchas? ¿plantones? ¿huir del país mientras pueda? Luchar desde nuestras propias trincheras como la angustia de Guillermo Ochoa dice, a sabiendas de que somos inmensamente pequeños, hormigas o peor aún como microbios. Pero hasta éstos son peligrosos porque saben lo que hacen. Y una vez más me declaro ignorante y me pregunto como aquel programa de antaño ¿qué nos pasa?

Mi desconcierto es ante la indiferencia cuanto más. ¿Festejar cien o doscientos años de qué? Hoy no me pareció un día optimista o quizás hoy sólo quiero ser realista. Yo me preocupo. Aunque mañana sólo tenga en mente el paso a pasito, en cómo está mi gente, en cuándo será mi exámen y en cuándo y cómo empezará el siguiente capítulo de mi vida.

Aún así, sigo pensando que el peor de los males es la indiferencia.

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Ensayo, Mi desvarío

Mi vida a los treinta y tantos

Retazos de vida unidos rostro con rostro, símbolo inequívoco de heridas y victorias. Mil y un destinos a seguir, cien rutas por donde ir, veinte cruces de caminos y otras pocas encrucijadas.

Agenda llena de trabajo (que si la eterna estudiante, que porqué no lo dejas, que si no tienes tiempo para nada, que si el hambre de aprender, que la ciencia, que si el arte, que si el hambre de vivir, que si son mis pasiones). Pero el corazón aún más repleto de amistad y cariño. Que porqué el día no tiene 40 horas para que me de tiempo de abrazar lo suficiente.

La mejor familia, los mejores consejos, la mejor compañía, la mejor diversión en mi cuna, donde aprendí el respeto, donde aprendí a querer y a ser paciente. Donde aprendo a ser responsable, donde amo incondicional y eternamente.

Los mejores amigos con quienes derramar lagrimitas o estallar carcajadas, quizás hasta compartir discusiones intensas. Son los mejores terapeutas, en sus treintas como en sus cuarentas o cincuentas. Los mejores compañeros, mentes abiertas, de quienes aprendo, con quienes comparto mi incertidumbre impaciente, mis temores traviesos y mi indignación ocasional.

Los mejores amores, las mejores ilusiones con todo y sus decepciones, las mejores historias con todo y sus dramas. Han hecho este corazón fuerte, que no de piedra, aún más amoroso.

Los mejores retos para mi mente, para mi espíritu, para mis ángeles. Contenta conmigo, con lo que soy, con lo que doy y con lo que sueño. Con lo que lucho y con lo que espero.

A mis treinta y tantos he descubierto que todo lo que ansiamos siempre, fuera de ambiciones vanas, espejismos construidos por otros, necesidades magnificadas… al final de cuentas y al volver la vista atrás, lo que habríamos querido, es amar y ser amados.

La vida empieza a los treinta… o a los cuarenta, o a los cincuenta… mi abuelo se casó a los noventa.

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Para I, Poesía

Y me aferré a ti

Y me aferré a ti
como náufrago enmedio del mar
a un trozo de vida
al sabor de mi risa
alivio de mi alma

Me aferré a ti
noventa días, noventa sueños
con sus noches y sus cuentos
subeybajas, soles, truenos

Y una madrugada
desperté en una isla,
desierta, tranquila,
respiré la brisa
y acaricié la vida

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