Para I

Esta suma debería ser igual a cero :: Alejandro Páez Varela

PUBLICADO EN DÍA SIETE el 24 de mayo de 2009

(http://www.alejandropaez.net/)

 Otra vez aquí, esperando. Camino de la computadora a la tienda y me revuelco en el sillón en el que leo. Acaricio a los perros y los saco a pasear si me miran a los ojos. La sandía en el vaso de agua fresca me sonríe y dejo que me seduzca. En el departamento de arriba tienen fiesta desde que inició la epidemia de influenza. Me fumo un cigarro.

Ya le di dos vueltas a los periódicos. Ya vi que en la tele anunciaron tres refritos, cuatro churros y el noticiero, que es como todo lo anterior pero más decepcionante. El libro que abrí es el mismo de ayer, páginas antes. Apagué el celular pero no pude resistir: volví a encenderlo.

No creo que llamen, que me lancen piedritas en el vidrio o que me visiten sin avisar. Pero lo espero. La lata de la Coca de dieta que me tomé ayer me observa desde hace rato dar vueltas en la silla, y sin hacer un gesto se lamenta más que yo por esta penumbra. Escribo una palabra y me pongo alegre porque tengo con quien platicar. Las palabras tienen forma de mujer, no importa si empiezan con te, con eme, con zeta o con erre. Imprimo esa palabra al centro de una página en blanco para escuchar un ruido diferente al mío, que mis dos cachorros saben cuándo estar callados. Me alegro también porque un cerillo nuevo se enciende con la punta roja de mi cigarro. Deposito cerillos en el cenicero como sin darme cuenta para que suceda. Y sucede. Y lo aprecio.

El amor tendría que sumar menos de dos. El amor debería ser cualquier cosa, menos la espera. El amor es todo lo que hace daño.

Escojo fruta y se pudre mientras pienso en ti. Tengo en el refri sólo pan, salchichas y mostaza porque pienso en ti. Voy a mi oficina porque pienso en ti y si ya no quiero estar allí, también. Porque te pienso me despierto en la mañana y me visto; me arreglo la barba y respiro; tomo un taxi o mi auto y observo por la ventana porque estarás por allí si estos lentes de fondo de botella no me fallan. Esperas el metro; eres la chica que toma el teléfono público y la que me hará sonar el celular. Llegas en cada correo electrónico, eres el único spam que aprecio y la primera foto que se carga en internet.

Vuelvo a casa porque pienso en ti. Pido una pizza y quiebro unas nueces porque pienso en ti. Pongo palomitas en el microondas porque tu nombre suena en la matraca de maíces reventando. Cierro la puerta despacio para no despertarte porque habrás llegado cuando no estoy. Pero no. No llegaste. Miento: tampoco lo espero.

Entonces pienso en ti y agarro fuerzas otra vez para volver al sillón en el que leo, a la computadora, a la tienda, a la tele que es boba, al mismo libro de ayer, a los periódicos, a mi vida que es una rutina porque le da método a la espera.

 La suma del amor debería ser igual a cero, pero no lo es.

No me llames. No vengas. No pienses, como lo hago yo. No vivas, no respires, no me invoques. No sientas, no sufras, no rías. Quédate quieta: deja que se nos haga tarde este día (como ayer y antier y los días previos). Deja que pase una semana, dos. Y luego los meses. Que se vayan los años.

La suma de los recuerdos debería ser igual al olvido. Pero no.

 

Alejandro Páez Varela

PUBLICADO EN DÍA SIETE el 24 de mayo de 2009

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De libros y ocurrencias, Mi desvarío, Poesía

Benedetti

Hojas verdes de las cotidianas
tatúan entre escarabajos el nocturno,
bajo la tierra húmeda murmura para sí la semilla
«… no te salves, no te quedes inmóvil al borde del camino…»

Después de chapotear un tanto en esta vida,
encontrarás por fin un puente para cruzar,
cielo a medio lavar, en tu poesía sabrás,
no hace falta ni otoño, ni cantos, ni trivialidad.

Para Benedetti

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Ensayo, Mi desvarío

Arena Maya

El significado de la palabra Maya es extenso. El más común al que se hace referencia en occidente, es el nombre de la civilización del sureste mexicano (y otros países de Centroamérica) y a la cultura derivada de ella, sobreviviente a milenios de historia. Es ampliamente reconocido su arte, sobre todo en literatura y arquitectura; valorada su ciencia y estudiada su escritura, cosmología y espiritualidad. Es objeto de estudio la aún poco comprendida vida ritual de los mayas, ubicada en una jerarquía de dioses y cielos, en la que predominaban los sacrificios humanos (sobre lo que espero un día poder ahondar, cuando llegue a mis manos un texto muy interesante sobre el tema, que me ha referido un experto en el área).

A pesar de que en este contexto, es extraordinario el significado de la palabra Maya, su concepto va más allá, así como mi especial interés.

Siempre me ha atraído la cultura india. Su filosofía y la cosmología que surge en ella, me parece también inmensamente atrayente; su conocimiento sobrepasa la materia física del mundo y a pesar de ello y a la falta de comprobación evidente de sus argumentos, lo encuentro lógico en tanto que se basa en lo intangible del mundo. El término «Maya» en este fascinante contexto, tiene más de un significado, cada uno por sí mismo interesante y profundo, excediendo a las palabras que en sí, no pueden explicarlo –menos aún, en el ingenuo espacio de mis propias palabras y concepciones–.

El significado más conocido de Maya es, en la filosofía védica, traducido como “ilusión”, aquello que no puede describirse, que explica el fenómeno de la realidad en la que nos hallaríamos inmersos, lo que hace real a lo que creemos real. Por otro lado, según el budismo, la madre de Buda fue la princesa Maya, quien lo concibió al ser iluminada con la visión en un sueño de un elefante blanco. En el hinduismo, Maya es una clase de fuerza a través de la que el alma se libera del proceso de reencarnación en el que intervienen el ego y el “karma”, es referida en las escrituras sagradas del Bhagavad-Gita. Maya también se relaciona con la diosa hindú Mahamaya, a través de quien se reconoce la realidad individual.

Me confieso curiosa y novata aprendiz de este infinito conocimiento, pero por alguna razón, al encontrarse tantos mundos en el pequeño nombre de Maya, siempre me ha parecido por sí mismo una poesía.

Arena es, en mi caótico universo personal, análogo físico al concepto de Maya: leve y sutil convergencia de naturalezas.

De ahí nace Arena Maya.

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