Tarde nublada. En las notas al piano suena la mía, mariposa dormida. Sigo su vuelo, eco infinito sonando. Italiano. Enciendo la luz. Me asomo en el hueco de la voz de soprano, lisa, franca, azul, profunda. Entra en mi corazón, buscando memorias, gotitas de esencia dicen, sueños enlatados. Ayeres en cubos de hielo en mi mano. Sobre la mesa, boca abajo, besando al mantel unos vasos. En lo sutil de la nota final, la voz de soprano vuelca en uno, líquido terciopelo, coctel de mi vida, obsequio del piano.