A raíz de la lectura del testimonio de Sebastián Marroquín ―hijo del narcotraficante colombiano Pablo Emilio Escobar― pleno de honestidad y valentía, algunas reflexiones convergen en mi mente.
Dice Sebastian “…aprendí que el odio mantiene a muchos atados al pasado, y perpetúa infinitamente el dolor generado por el victimario hasta enfermarnos de violencia”. Me he preguntado constantemente si existe la posibilidad de que en el ser humano habite la maldad por naturaleza. Mucho me he refutado, pero quizá es verdad lo que Elisabeth Kubler-Ross afirma en su libro autobiográfico La rueda de la vida, “todos llevamos un Hitler adentro”, palabras pronunciadas a esta psiquiatra, fundadora de la tanatología, por una joven sobreviviente de un campo de concentración nazi.
La vida de cada ser humano es completamente distinta una de la otra, nadie vive ni experimenta las emociones de otros como las de sí mismo, aún siendo dueño de la mayor empatía. Las circunstancias extremas poseen un potencial dañino que alcanza hasta el alma más pura, dado que el instinto de supervivencia existe. Quizá ahí radica la diferencia del material con que cada ser humano está hecho y cuan avanzada es su alma. Vulnerable, es el componente más frágil, en donde el daño no es perceptible a la vista, si no es reparada, convierte el dolor en odio, venganza y violencia. Hacia sí mismo y hacia el mundo.
Sebastián hace frente a la disyuntiva de una vida, decidiendo por lo limpio el camino más iluminado y no el aparentemente más fácil que al final realmente no vale nada. Qué valentía al enfrentar a sí mismo la prueba más grande de separar dos personajes tan ajenos, un padre amoroso de un monstruo que causó tanto dolor. ¿Cuánto se necesita para tener esa clase de aceptación? una vez trascendiendo a los propios demonios cuando preguntan si la madera propia no estará podrida también.
Gracias por tu reconocimiento y palabras que sin duda son un grato alimento para el alma…
Tus reflexiones sin duda me invitan a pensar o soñar en voz alta que: quisiera creer que no hay nada de humano en la maldad… quisiera creer que es la ignorancia para poder vivir en la esperanza de que esto se puede cambiar para mejor alguna vez… quisiera culpar al entorno, pero quién soy para juzgar? Para qué vivir redescubriendo las certezas del pasado cuando hay tanto por hacer y ayudar? quizá podríamos subrayar que La Paz es Gratis, que no nos cuesta sino nuestra humana voluntad mientras para la guerra siempre hay recursos humanos y económicos disponibles. Subrayar también que pobreza tampoco es excusa para la violencia. Y reconocer todo esto dentro de un contexto de inconmensurable generosidad, de parte de las familias Lara y Galán que han contribuido a dar el primer paso en el camino hacia el perdón y la reconciliación entre nosotros los Colombianos.
Sin duda es un ejercicio que duele a todos, pero que nos permitirá liberarnos de esta violencia «heredada» que errónea y culturalmente nos ha «convencido» de que nadie se puede apartar de los círculos de venganzas y de violencia. No es un camino fácil de recorrer donde a diario tienes que estar dispuesto a renunciar al odio y a declararte no apto para la violencia.
Gracias por tus palabras de nuevo. En nuestra casa reposa una copia de aquel libro que mencionas.
Sebastián.
Me gustaMe gusta
Me conmueve profundamente el haber tocado alguna fibra con mis palabras y aún más, del autor del texto por el que las escribo. Sin duda, la lucha contra el odio y la venganza debe encabezarse por el cultivo de la compasión en el sentido de empatía. Ofrecerse a sí mismo al procurar el bienestar del otro a través del amor, de la búsqueda de la paz; enmendar el dolor… perdonar -a veces, empezando por uno mismo- son caminos largos y difíciles de seguir porque cuesta aprender, pero sin duda, son los mejores remedios para sanar el alma.
Sebastian, tu escrito me inspiró profundamente a recordar que lo que trasciende de uno mismo es lo que hizo en vida, lo que tocó en los otros. Somos responsables de nuestro aprendizaje, víctimas o victoriosos de nuestras decisiones. Enhorabuena por la fuerza y valentía para enfrentar la tarea que te has propuesto. Esperaremos a ver el documental en México. Gracias por detenerte a leerme.
Me gustaMe gusta
Muy interesante tu escrito. Me gusta tu estilo.
Respecto a tu cuestionamiento de si en el ser humano habita la maldad por naturaleza te comento mi reflexión. Yo creo que los conceptos de bondad y maldad son etiquetas culturales y no sentimientos. Pienso que estas etiquetas se aplican a actitudes que crean o no bienestar social o de grupo. A actitudes constructivas o destructivas en cuanto a la supervivencia y bienestar social.
Lo que me parece más importante es que todo esto (bondad y maldad) tiene una base de juicio moral lo cual no es parte de la naturaleza sino un conjunto de mecanismos orientados a la convivencia social. En ocasiones orientados al control y manipulación de grupos como suele suceder con las religiones.
Lo que sí considero parte de la naturaleza humana es la capacidad de tener sentimientos como alegría, amor, enojo y coraje. El cómo se expresen estos sentimientos determinaría, según el código moral en turno, si se les aplica una etiquea u otra.
Lo que en todo caso me parecería más universal en cuanto a valores naturales en el humano, es la capacidad de empatía y compasión. La presencia de estos lleva a acciones «buenas» y su ausencia a lo contrario. Yo creo que es importante tomar en cuenta que la falta de compasión, la falta de capacidad de «ver al otro», es consecuencia del dolor y el sufrimiento y, visto así, es también una reacción natural de autoprotección.
Todo esto, como podrás ver, es un abordaje desde una postura libre de juicios, de etiquetas, que es lo que yo busco para acercarme lo más posible a una postura de comprensión de las cosas, de entendimiento, de reconocimiento y, a partir de ahí, tener una respuesta más adecuada a cada situación, con menos censura y mayor aceptación.
Me gusta mucho el comentario de Sebastián de que «el odio mantiene a muchos atados al pasado». ¿y cómo deshacerse del odio? Tengo varias reflexiones al respecto que algún día me gustaría compartirte.
Saludos
Gabriel Peugnet
Me gustaMe gusta
Gracias por tus comentarios Gabriel. Efectivamente, muchos calificativos son puramente cuestiones morales. En este caso, precisamente con maldad me he referido a acciones que lastiman intencionalmente al ser humano, sin ninguna razón, situaciones en las que la compasión y la empatía no existen en lo más mínimo.
Sin embargo, estoy de acuerdo contigo, siempre he creído que este actuar obedece a algún motivo, a veces es cuestión patológica, a veces son simplemente consecuencias, incluso debidas al simple acto de sobrevivir.
No es en vano aquello de que quien más herido está, es quien más daño hace… y aunque resulta tan difícil comprender, el librarse del rencor siempre libera el alma, aunque requiera de mucha fuerza interior que no siempre poseemos, a veces ni para sobrepasar situaciones sencillas en comparación con las que se abordan en el caso de Sebastián.
Gracias de nuevo por dedicarme el tiempo para compartir tus palabras y claro que me encantaría que me compartieras esas reflexiones.
Me gustaMe gusta
Gracias Gabriel por tu interés. Se reciben y precisan instrucciones para deshacerme del odio. Nunca sobran herramientas extra!
Saludos!
Me gustaMe gusta
Buenas noches. Encontré este blog, después de haber visto varias veces el documental de ‘Los pecados de mi padre’ y quedé realmente impresionado e impactado. La manifestación de nobleza y de bondad y el mensaje de arrepentimiento que se presenta, simplemente me llevaron a pensar muchas cosas sobre mi vida y sobre lo que pasa a diario en mi país. Me gustaría saber si es posible hablar contigo sobre muchos temas, pero principalmente sobre el odio y el hecho de soltar cadenas y ataduras del pasado para lograr ser feliz.
Espero que este intento de contacto no sea en vano.
Saludos
Felipe
Me gustaMe gusta
Alguien de quien aprecio de corazón los comentarios me dijo algo muy cierto, aún por hacer referencia a Sebastian no debería incluirse aquello que tan triste suena: «el hijo de».
Sebastian es Sebastian por sí mismo, en su propia vida, su libre albedrío y su propio camino por recorrer.
Me gustaMe gusta
Pingback: “El Ruiseñor”… “Ha vuelto” | REENCUENTROS Y DELIRIOS