Mi desvarío

Lo que le duele a un mexicano

Vergüenza deberían sentir los candidatos que se llenan la boca de promesas, que no han visto la necesidad, la tristeza, la desesperanza, la angustia que viven todos los días millones de mexicanos. De frontera a frontera, cada uno en su propio microcosmos, con su propia problemática, con sus dolores, su incertidumbre.

Insomnio les provocaría ver esos ojos que hablan sin decir nada, esos deseos que con los años se han desvanecido, el abandono que no sólo se siente, se vive. ¿Quién y cuándo ayudará?

Las razones por las que nuestro México padece de ese modo son muchas, son viejas, son herencias y consecuencia de años de indiferencia, que hizo crecer la complejidad de la situación en nuestro país. Ya está. Ya sucedió. Ya se vive así, o más bien, se sobrevive así. 

Uno de cada dos mexicanos en pobreza o a punto de entrar a ella. O  buscando el modo de no hacerlo. Y por si fuera poco, como una plaga se extiende el terror por una guerra.

Vergüenza deberían sentir cuando buscan hueso para sus allegados y aquellos que una vez más les confiaron se encuentran literalmente a obscuras y metafóricamente, en la obscuridad.

¿Por dónde se comienza? Si millones de mexicanos no tienen acceso a los servicios mínimos, no pueden ejercer su derecho a la educación, vamos, para empezar no tienen un lugar digno donde vivir.

Si muchos de estos problemas son por falta de oportunidades, sin son por falta de educación, si todo esto no llega y no alcanza para todos, ¿cómo es posible que México es un país con tal potencial? Con mayores y mejores recursos que muchos otros.

Vergüenza deberían sentir aquellos que reciben como «dieta» cantidades exhorbitantes que bien podrían mantener familias enteras en cualquier comunidad.

Ningún gobierno puede llamarse bueno si no comienza por resolver los problemas básicos de sus gobernados, que en muchos casos no requieren más que ganas. 

¿Cuántos funcionarios públicos están conscientes de que el dinero que llega a su cuenta cada mes llega por el trabajo de otros? ¿Cuántos, desde un profesor hasta un diputado saben la responsabilidad que eso conlleva?

¿Cómo es que un ministro vive en otro México? A sabiendas que el sistema de justicia es una vergüenza, cobra sueldos extraordinarios. ¿Cómo es que tenemos una «democracia» tan cara que se ha vuelto un verdadero negocio? El poder por el poder y pisémonos unos a los otros.

Si ellos no tienen vergüenza, tengamos nosotros corazón para dejar la apatía y la fama de la poca participación social. Cuando queremos lo hacemos, ya se sabe, ya se ha vivido. Hagámoslo sin que medie una tragedia porque tragedia es la que se vive ya, todos los días. Por alguna parte podemos y debemos comenzar.

Lo que le duele a un mexicano, debería dolernos a todos. 

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Mi desvarío

Mi México

«Cuando se alcanza el verdadero conocimiento, entonces la voluntad se hace sincera; cuando la voluntad es sincera, entonces se corrige el corazón […]; cuando se corrige el corazón, entonces se cultiva la vida personal; cuando se cultiva la vida personal, entonces se regula la vida familiar; cuando se regula la vida familiar, entonces la vida nacional tiene orden; y cuando la vida nacional tiene orden, entonces hay paz en este mundo. Desde el emperador hasta los hombres comunes, todos deben considerar el cultivo de la vida personal como la raíz o fundamento”.
Tenzin Gyatso, XIV Dalai Lama

En este mes pienso en mi país con un profundo deseo de que alguna vez tengamos la voluntad de cultivar cada uno nuestra propia vida, en todos los sentidos.

Todos somos México, no ellos o aquellos, no los otros. Vivimos en burbujas aisladas, evitando chocar entre sí, aislados en el esfuerzo por no reventar nuestro hábitat, vemos la realidad desde dentro, distorsionada.

Nos llamamos nacionalistas y solemos gritar con ganas en estas fechas, como si sintiéramos en la sangre a México, pero al mismo tiempo, alabamos lo foráneo, incrédulos de nosotros mismos, nos pisamos unos a otros. Incapaces de fomentar valores en nuestra propia familia, reacios a querer ver el estado en el que se encuentra este lugar que decimos amar tanto.

Todos somos ese país que sufre, por distintas circunstancias, no es otro México, son nuestros mexicanos.

En este mes pienso en mi país, en todas sus caras. Y quiero saberlo y verlo con gente dispuesta a ser mexicana todos los días.

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