«Cuando se alcanza el verdadero conocimiento, entonces la voluntad se hace sincera; cuando la voluntad es sincera, entonces se corrige el corazón […]; cuando se corrige el corazón, entonces se cultiva la vida personal; cuando se cultiva la vida personal, entonces se regula la vida familiar; cuando se regula la vida familiar, entonces la vida nacional tiene orden; y cuando la vida nacional tiene orden, entonces hay paz en este mundo. Desde el emperador hasta los hombres comunes, todos deben considerar el cultivo de la vida personal como la raíz o fundamento”.
Tenzin Gyatso, XIV Dalai Lama
En este mes pienso en mi país con un profundo deseo de que alguna vez tengamos la voluntad de cultivar cada uno nuestra propia vida, en todos los sentidos.
Todos somos México, no ellos o aquellos, no los otros. Vivimos en burbujas aisladas, evitando chocar entre sí, aislados en el esfuerzo por no reventar nuestro hábitat, vemos la realidad desde dentro, distorsionada.
Nos llamamos nacionalistas y solemos gritar con ganas en estas fechas, como si sintiéramos en la sangre a México, pero al mismo tiempo, alabamos lo foráneo, incrédulos de nosotros mismos, nos pisamos unos a otros. Incapaces de fomentar valores en nuestra propia familia, reacios a querer ver el estado en el que se encuentra este lugar que decimos amar tanto.
Todos somos ese país que sufre, por distintas circunstancias, no es otro México, son nuestros mexicanos.
En este mes pienso en mi país, en todas sus caras. Y quiero saberlo y verlo con gente dispuesta a ser mexicana todos los días.