Mi desvarío, Poesía

Madurar el tiempo

Una bolsa para madurar
Una bolsa de esas que se usan
Donde meter un fruto verde
Una de esas quisiera usar
Meter el tiempo
Que no sirve no pasa
No crece no madura

Una bolsa para madurar
Que lo vuelva viejo
Que lo oculte lo marchite
Lo encanezca lo agote
El tiempo ese tiempo
En que no estás en que no estamos
Que no sirve no pasa no vuelve

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De la nostalgia, Mi desvarío, Poesía

Sin ladridos de perros

Una noche cualquiera
Sin luna sin ladridos de perros
Elijo el pedazo de cielo
En donde pienso
Te pienso
En donde estás allá lejos
Sin luna sin ladridos de perros

Y vuelvo a mi sueño sin sueño
Una noche cualquiera
Envuelvo mi alma
En un pedazo de cielo
En donde pienso
Te pienso
Sin luna sin ladridos de perros

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Mi desvarío, Poesía

La pluma dormida I

Durante meses mi pluma ha estado dormida. Acampa, fuera del  corazón, frente a una fogata que alimenta de días azules, de horas cuadradas. Todos instantes.

Espera paciente una luz por donde colarse, pero no. Nada. Y las nubes  minutos pasan. Grises, más grises que nada.

Duerme casi todo el tiempo, atesorando en su tinta palabras, que a momentos revisa y limpia, y pule y desmancha.

Mi pluma dormita desde hace meses, aferrada a momentos, que esperan latentes que despierte. Y caras, colores, miradas, notas y cantos y ojos y letras.

A su lado reposan pedazos de historias inacabadas. Nunca una historia está terminada.

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Mi desvarío, Poesía

Quitarte la sombra

A veces te da por pintar historias al aire,
tus manos-pinceles matizan deshoras, destiempos.

Y pintas y quitas y cortas.

A veces te da por llegar despacio,
cargando en los labios canciones, poesía.

Y cuentas, enciendes, descubres.

Olvidas.

A veces te da por dejarme dormida,
quitarte la sombra callada y calzarte la mía.

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Mi desvarío, Poesía

Rastros

En el espacio en el que vivía la sonrisa en su cara hay nada. La nada.
Opaco, desierto en donde se pierde su mirada.
Los ojos sin habla, sus pasos en calma. Quizá calma, quizás nada.
Camina en su nostalgia. Los brazos se alargan, las venas inflamadas la llaman.

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Mi desvarío, Poesía

Coctel de piano

Tarde nublada. En las notas al piano suena la mía, mariposa dormida. Sigo su vuelo, eco infinito sonando. Italiano. Enciendo la luz. Me asomo en el hueco de la voz de soprano, lisa, franca, azul, profunda. Entra en mi corazón, buscando memorias, gotitas de esencia dicen, sueños enlatados. Ayeres en cubos de hielo en mi mano. Sobre la mesa, boca abajo, besando al mantel unos vasos. En lo sutil de la nota final, la voz de soprano vuelca en uno, líquido terciopelo, coctel de mi vida, obsequio del piano.

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De libros y ocurrencias, Mi desvarío, Poesía

Benedetti

Hojas verdes de las cotidianas
tatúan entre escarabajos el nocturno,
bajo la tierra húmeda murmura para sí la semilla
«… no te salves, no te quedes inmóvil al borde del camino…»

Después de chapotear un tanto en esta vida,
encontrarás por fin un puente para cruzar,
cielo a medio lavar, en tu poesía sabrás,
no hace falta ni otoño, ni cantos, ni trivialidad.

Para Benedetti

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Poesía

Mordiendo al mundo

Mira como soy
mis manos extendidas al infinito
esperando, no, no esperando
siendo, creyendo
mordiendo al mundo.

Los colores en mi risa,
alégrame
siembra un atardecer
en cielo violeta.

Mira mis palabras,
eso soy.

Muerdo al mundo poco,
mordiscos pequeños de vida.
Me sabe, a veces no,
otoño canela, viento de menta
mañanas mandarinas.

Mira como soy,
conteniéndote en el infinito.

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