Uno nunca sabe cuándo va a conocer al amor de su vida. De repente, un día cualquiera, una mañana cualquiera, se levanta la vista o se voltea (da igual) y se encuentran unos ojos que dicen eso que se quería escuchar y no se sabía, esa sonrisa franca y confiable, esa vibra inmediata.
A veces sucede cuando uno ve por primera vez a alguien a quien ya se había acostumbrado a ver.
En cualquiera de los casos, encuentra al amor de su vida… Por los próximos días, meses o años.
Y ¿quién lo puede asegurar? Que al bajar del taxi o al entrar al restaurante, al cruzar la calle, al llegar a la junta o a la clase, esté allí esperando el próximo amor de su vida.